Son las cuatro y cuarto y me muero de hambre. Es una hora rara ésta. Demasiado temprano para la merienda y tarde para almorzar... pero tengo ganas de las dos.
Está bien, voy al Chino. Hace calor. Me calzo las ojotas y salgo. Síii, ya salgo.
Hay como una calma chicha en el aire. Poca gente. Muchos perros. Uno acaba de romper la basura y arrastra un pañal ¿Dónde estarán sus dueños ahora? Cogiendo con algún amante tal vez. Claro, a esta hora los chicos todavía están en las escuelas o en las múltiples actividades que les inventan los padres para sacárselos de encima y después decir: "Al final no está nunca en casa" Y No! ¿Por qué el chico va a querer estar en su casa cuando sea adolescente si de niño lo mandaban a la mierda?
Si lloviera no hubiera salido. Pero tengo hambre y no llueve.
Llego al Chino, busco algunas cosas, comida, bebida, postreee.. listo.
Vuelvo a mi casa más contento que antes, ya casi que ni hambre tengo.
Lo que hace el capitalismo ¿No? -Comprar nos sienta bien-

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