Un viaje de rituales ancestrales. Ominosos y verdaderos. De risas desbordadas.
Amaneceres llenos de chicha y albahaca. Enharinados y sahumados por las verdades escupidas.Oros enjaulados y cuotas de peugeot creciendo como fruta rastrera.
Puna llena de selva y loros volando entre cóndores.
Cascadas, ríos secos y nieve. Nubes que nacen en las montañas y el cielo posado en el piso.
Gente sin bolsillos, pero con manos muy grandes,
de esas manos que te hacen cerrar los ojos cuando pasan por tu espalda.
Amigos entrañables, de esos que ves una sola vez en la vida. De esos que te avisan cuando está por llegar la tormenta y te vienen a buscar cuando está por aclarar.
De esos que te llevan por caminos sacudidos y te abren las puertas de su casa para ofrecerte agua o un asiento seguro.
Cuestas y bajadas, curvas y contracurvas. Árboles frondosos y cactus imponentes.
La inmensidad toda en un rincón.
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