Tenía la radio encendida pero no prestaba atención a lo que escuchaba. Era el momento que más disfrutaba del día. Solo en el auto. Escuchando sus pensamientos.
Afuera el sol y una brisa no tan caliente de primavera entraba por las ventanas, apenas bajas.
Por la hendija podía escuchar algunos ruidos de la ciudad, pero no lo sacaban del eje de sus pensmientos.
Él solo podía prestar atención a ese mantra que repetía una y otra vez dentro de su cabeza...
"Un día de estos largo todo a la mierda y me voy a vivir a la montaña. Yo, un invernadero y un techito, por mínimo que sea. Voy a ser otro. Voy a cambiar de nombre y de gestos, de intereses, de palabras. Voy a volverme ermitaño, silencioso, huraño.
Un día cualquiera me rajo.
No digo ni chau.
Y una vez lejos ¿Qué me va a importar lo que digan en el trabajo? No me va a importar ni mi vieja y sus futuros nietos (esos que nunca van a llegar).... Ni mis amigos ¿Amigos? Si ya casi no nos vemos.
Qué lindo va a ser ese día... como decía La Polla "Voy al campo, abandonaré la ciudad, seré un hippie impresentable en sociedad" y nadie me va a romper las pelotas."
En eso, le tocaron bocina, escuchó el sonido fuerte y constante y no pudo seguir repitiendo el mantra. Entonces despertó y manejó hasta el trabajo.
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