La trata de personas es muy angustiante. Me da miedo.

Como si ese fin de semana decidiera el resto de su vida, llamó a su amigo y salió. Cuando llegó a la esquina se dió cuenta de que no tenía nada en los bolsillos; pero ya era tarde, había dado ese paso y, por primera vez, no le importaba nada más. De golpe tuvo un desvío de arrepentimiento, pensó en sus documentos y su celular, pero eso no la detuvo, calmó su desesperación y siguió. Mientras caminaba, se lamentaba, pero pensaba en ver a su amigo y se alegraba. Escuchó el motor de un auto. Bajito. Se acercaba despacio por la avenida donde ella estaba. No se detenían, ni aceleraban, parecían acompañarla; pero eso la impacientaba más. Ahora escuchaba su propia respiración. Profuna, agitada. Su corazón latía con intermitencias rítmicas, estridentes. De a poco, muy de a poco, sentía escalofríos y sus pezones se eyectaban hasta atravesar la remera, esta vez no de excitación sino de miedo. Miraba de reojo. Aceleraba el paso... sin embargo el auto seguía ahí, despacio. Demasiado lento. Ella se acordó de Marita Verón y María Cash y sintió miedo y su corazón volvió a latir con fuerza. Su pecho iba a explotar. Sus lágrimas brotaban histéricas. Tenía la garganta abierta pero la boca cerrada. Miedo. Era eso. Sentía mucho miedo. De repente cambió de dirección y empezó a correr a toda la velocidad que le permitían sus pies, sus piernas, sus neuronas electrizadas. Las luces. Solo veía las luces. Cuando escuchó la puerta del auto todo terminó. Ahí estaban las luces del infierno. Se le aflojaros todos los músculos, sobre todo los de la cara. Ahí en ese momento, dejó de tener rostro. identidad. Ese día Ella dejaría de ser Ella.

:: SIN CLIENTES NO HAY TRATA ::
:: CONTRA LA COMPLICIDAD Y LA PERVERSIÓN DE TODOS LOS QUE PARTICIPAN DE ESTA ODIOSA COSA ::

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