La modernidad trae consigo un sentimiento de culpa constante.
Esa sensación de estar completamente deprimido. No soy la primera, ni la última que lo dice, ya lo sé. Pero es inevitable, imposible escapar de ese encierro industrial.
El otro día, estaba trabajando en mi emprendimiento de tejidos, deprimida claro... porque mi cabeza estaba en un cuento que quería escribir; pero mis manos y mi tiempo, ocupados en producir para vender, para ganarme el sustento. Entonces, dejé de tejer para escribir y... lo obvio... no pude hilar ni una sola frase. Perdí 1 hora y pico en tratar de escribir algo que, mientras tejía, tenía prácticamente terminado (En mi cabeza, claro).
Por supuesto, la sensación de in-productividad, de inutilidad, de depresión, fueron mucho mayores que al principio... y todavía tenía que tejer, que escribir, que hacer la comida, ayudar a los chicos con la tarea, comer, bañarme y descansar....
Claro... Después de hacer ninguna de esas cosas, me asaltó un insomnio insoportable, el que pude, solamente, aprovechar para escribir esta Oda al pesimismo moderno. Al Trastorno de ansiedad,
Esta Oda al fracaso conductivo.
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