Cuando el viento viene para acá, se escucha pasar el tren. y es eso lo único que se escucha. Todo alrededor es silencio.
Me acuerdo de cuando vivía en Castelar y pasaba lo mismo... yo iba en bicicleta, por pergamino, para la plaza de los españoles y de pronto cambiaba el viento. Me daba en la cara y se escuchaba solo el paso del Sarmiento y, a veces, la bocina también. Supongo que el ruido de mi bici también se corría para atrás, y entonces, la persona que caminaba una cuadra antes, escuchaba, sumados, el tronar del tren y el rechineo de mi pedales al girar... 
Como si la tierra cambiara el rumbo por unos segundos... de adelante, para atrás. una sensación hermosa, rara, íntima.
Hoy, acá a la vuelta... me pasó eso mismo y fue la primera vez, en 35 años, que me dieron ganas de contarlo.

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