Un hombre. Habla solo. Tiene un poco de resignación y desidia. Intenta convenser a alguien de algo.
Mira al frente y habla solo. Estira el cuello para adelante. Abre los ojos grandes y levanta las cejas. Los ojos van de un lado para otro, como queriéndose salir de esa cara. Flaca. Caída. Hinchada las pelotas.
No es un hombre de gritos, pero le gustaría.
La mujer que está sentada a su lado le habla en un tono imperativo y lo calla. Aunque también mira hacia adelante.
Lo toma de la mano, Él se suelta más rápido de lo que ven mis ojos.
La señora lo mira. Enojada. "Hay que bajar" - "Dale, movéte".
Él, ahora marido, no le dice nada y con un gesto igual, va hacia la puerta y baja.


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