Hace poco, muy poco... descubrí que un Callistemon también puede morir.
            Sí. Mueren
Mueren a pesar de los esfuerzos que sus pistilos hacen para conservar el color, la dureza o, mejor dicho, su "erguidez"...
            En ese preciso momento supe que tenía que levantarla del suelo, sacarla de ese gran fracaso, de esa muerte triste y solitaria.
            Llegué a casa, le saqué los pistilos que ya quedaban arrugados y decolorados, traté de darles vida, movimiento, vientos de algas acuáticas... suspenderlos en esa agua imaginaria, inventada, un intento desesperado de hacerlos etéreos y eternos.
La vida de ese Callistemon viminalis tan muerto, empezó a irse cada día más... casi como una fuerza de oposición, ¡Pero qué planta terca!... qué capricho odioso.
Decidí enfrentarla, invitándo a un pajarito naranja (Matico icterus croconotus) a jugar con Ella... o él. Nunca supe su sexo.



Pero no hubo caso.
Del baile entre el viento, las algas, los pistilos, el Callistemon y Matico... no resultó nada bueno.







Otra vez, todos mueren.
Incluso los muertos.


2 comentarios:

  1. Gracias, Luz!
    Pasé por tu blog y me encantó!! No encontré el botón para suscribirme, pero voy a pasar seguido! Beso grande.

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